Los comensales
Comer es una de las necesidades y placeres que forman parte de la vida de todos, no solo
es saborear lo rico de un platillo, sino la compañía ,la unión de las personas
que te acompañan haciendo sobremesa ,disfrutar. En algunas familias como la mía
, la música de fondo es también parte de este ritual de la comida y para otras
es la tv encendida.
En estos caminos de la educación que me han tocado,
he tenido que adaptarme a compartir la mesa con comensales que no conocía y no
volvería a ver, comensales que al terminar la comida,ya te habías convertido en
parte de su historia o te decían :”buen viaje” “ recuerda que tiene una amiga
en Pacucha”, o “nos vemos en Acobamba” y tú le respondías como si fuéramos familia
: “saludos a tus hijas” “ Dale un abrazo a tus padres” “ Ve con cuidado” “ Nos
vemos, cuando baje” Esos comensales que
nunca olvidarás.
Hoy me acorde de uno de aquellos comensales, Mijael
de Alto Huacha , realmente cuando me dijeron su nombre, me acorde de mi hermano
que también se llama Mijail. Es decir uno de sus 3 nombres es Mijail. Si, si, si,
nació en plena Perestroika y mi madre admiradora de Gorbachov, decidió que su último
hijo llevaría el nombre del gran reformador. El Mijail, piurano, no voltea al
escuchar su 3°nombre, por supuesto.
Volviendo a Mijael de Alto Huaccha, lo conocí en
Saccharacay , comunidad donde me quedaba cada mes por 05 días.La primera vez , había
salido de la escuela y tenía 2 horas para almorzar y regresar a las asesorías por
la tarde. Solo conocía la pensión donde esa mañana había dejado mi mochila y salí
corriendo a la escuela. Vi a unas personas tomando desayuno sin embargo no me
anime a preguntar si me podían dar almuerzo. Trate de seguir a los niños que
salieron disparados a gozar de la calle antes de ir a sus casas. Y no llegue a ningún
lugar . Sin embargo, mi vista me mostro el camino hacia la comida de ese día y
de todos los días en Saccha. Vi como un grupo de enfermeras iban perdiéndose por
la segunda calle de la comunidad y las seguí.Hice rápidamente mi conclusión: el personal de salud es de buen diente. A
seguirlos.
Se detuvieron en una casa-tienda donde gritaron “Mami
Pauli,ya llegamos” y luego se fueron a la casa de enfrente . Una construcción
de adobe y quincha con una puerta de metal y balcón de madera.Abrieron la
puerta y mi sorpresa fue el ver 2 mesas
con bancos alfombrados de pellejo de oveja , un tv grande , 2 computadoras y una impresora.
Pensé que había nada de esto acá y miren lo que trajo el perseguir al personal
de salud. La mami Pauli vio la oportunidad y como buen negociante juntó el
Telecentro y su restaurante para permitir a todos interactuar y entretenernos
mientras disfrutábamos su sazón .Debo de decir que desde ese día me volví comensal
de la Mami Pauli y me daba las 3 comidas del día y los mates de toda la tarde ,
usaba su computadora que se conectaba a internet en una interfase de 20 minutos
y mientras comía, veía tv o conversaba con los comensales.
Allí conocí a Mijael , él iba a ver noticias de
la mañana , plan de 7am ya estaba instalado en una mesa y con la mirada fija en
la tv , cuando yo llegaba me ponía al corriente de las noticias y dábamos opiniones
sobre la situación. La mami Pauli , nos sonreía y traía el desayuno: un plato
de papas peruanitas calientitas , huevos sancochados y avena con sabor a muña.
En el almuerzo me acompaña saliendo de la escuela y nos hacíamos compañía en la
mesa junto a las risueñas enfermeras y algunos militares que comenzaron a
llegar, Mijael desconfiaba un poco de los vestidos de verde. Cuando llegaban prefería
comer e irse rápido. En estas tierras ayacuchanas esto era algo normal, así que
nos volvíamos a ver en el desayuno con nuestro ritual, de comentar las noticias.
Mijael hacia semana en Saccha y volvía a Alto Huaccha
cada viernes por la tarde, a veces lo veía subir el cerro mientras esperaba que
pasará una combi para regresar a San Miguel. Sus rizos rubios, eran peinados
por el apu de la tarde de Saccha y salían de su sombrero marrón de tela que le
acompañaba todos los días. Me decía adiós, cuándo ya estaba por dar la vuelta
al cerro y ya no podía verlo desde abajo.Lo imaginaba en Alto Huaccha cuidando
arboles como nos contaba, apoyando a su familia para cosechar el chuño en las
quebradas que había allá arriba en el Alto Huaccha.
Mijael solo tenía 5 años y hablaba en quechua. Nos
entendíamos en un lenguaje de señas y a veces en lo que comprendíamos de cada
uno de nuestros idiomas maternos. En esos casi 8 meses que estuve en Saccha ,
fue mi comensal favorito y mi mejor compañía para ver y comentar las noticias.
Me siguió un día desde la escuela hasta la pensión de la Mami Pauli. En la escuela era el conciliador entre los
niños y niñas que disputaban el único tobogán de metal del patio;apoyaba a
armar el sector de lectura y ordenar los zapatos de los niños en un lugar
seguro.Era el que se ponía delante de cada niño cuando las miradas ya se iban a
las manos y los llevaba a calmarse y regresar a dar la mano y volver a
reconciliar a los amigos.
Les dije, la comida une y te da felicidad.
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